Elori Doheny Dávila Morón tiene 48 años, es migrante venezolana y reside en el Perú desde hace casi dos años. Vive en Villa El Salvador con su pareja, un peruano que conoció en el bus que la trajo de Colombia.

Ella necesita una silla de ruedas para desplazarse porque tiene esclerosis múltiple, diagnóstico que conoció en Perú y le originó gastos médicos inalcanzables para su economía, «[…] el doctor me dijo que tendría dificultad para caminar, pero nunca pensé quedarme en una silla de ruedas», narró, mientras esperaba la posibilidad de acceder al SIS (Seguro Integral de salud) para operarse.

Es en esta circunstancia que llegó la pandemia, se declaró la emergencia sanitaria y la cuarentena en el Perú, lo cual le impidió asistir al médico y la obligó a gestionar un SIS pagado. Dicho seguro, si bien no implica pagar un monto elevado, en su estado sí es dificultoso conseguir el dinero, para, así, lograr las muy necesarias consultas médicas que el SIS no cubre. El confinamiento no tuvo un gran efecto en ella, debido a que por su condición no salía de casa. Cuando le donaron una silla de ruedas que pudo reparar con apoyo de Humanity & Inclusion (HI), empezó a desplazarse dentro de su casa, así como a asistir al médico o a sus terapias de rehabilitación.

Elori nos dice que tuvo que reinventarse haciendo su propia empresa: «[…] lo [primero] que hice fue, por así decirlo, mi propia empresa, haciendo tortas para venderlas». Después se dedicó a vender manualidades usando las redes sociales. Por medio del WhatsApp, empezó a hacerse parte de grupos de ventas y ahora así se mantiene. En la actualidad, vende torres de rascadores y accesorios para gatos que ella misma elabora y que distribuye con ayuda de su pareja. Ella es docente, pero por su dificultad de desplazamiento no puede encontrar un trabajo de acuerdo con su perfil profesional, aunque no pierde la esperanza de conseguir ayuda para continuar con sus emprendimientos y trabajar desde su casa.

Durante la pandemia del COVID-19, Elori no ha recibido ningún apoyo del Gobierno, pero sí de algunas ONG como HIAS Perú, Encuentros y HI, que le permitieron cubrir gastos médicos, alimentos, capital semilla para su emprendimiento, adquirir un andador; y también apoyo para el reconocimiento de su título en la Sunedu (Superintendencia Nacional de Educación). Como expectativa, Elori espera ejercer su profesión, pues logró inscribirse en el CPPe (Colegio de Profesores del Perú). Quiere tener sus propios ingresos; y si tiene tiempo, continuar con su emprendimiento y quedarse en Perú: «[…] a pesar de que tengo esta dificultad ahorita no me pongo a lamentarme, siempre tengo el empeño de seguir».

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