Julián Sánchez se describe a sí mismo como un hombre cuadripléjico. Es un bogotano de 32 años, abogado, magíster en Discapacidad e Inclusión Social, y deportista paraolímpico. Él reconoce en su vida dos recorridos: como ‘caminante’ –adquirió esta condición a los 14 años por un accidente automovilístico– y como ‘rodante’, lo que le ha permitido ver el mundo de ambas maneras.
Julián recuerda que fue en marzo de 2020 cuando tuvo las primeras noticias sobre la pandemia: «[...] ya se estaba hablando como que de cuarentena y yo [pensé] “esta vaina llegó para quedarse”». A pesar de todo, lo que más le preocupó a Julián fue su familia –pues de alguna manera él ya tenía «experiencia» con el confinamiento–, la cual tuvo que adaptarse al cambio: «Me preocupaba más mi familia, porque ellos no estaban adaptados a ese ritmo; yo venía ya con un entrenamiento de años».
Para estar informado Julián optó por las herramientas virtuales. Por su discapacidad, él reconoce que dichas herramientas son un gran apoyo. Para las compras y salir de casa Julián tenía el apoyo de una persona, por quien también se preocupaba si es que en algún momento no pudiera seguir contando con sus servicios: «[…] porque estas personas se quedan sin el ingreso, sin el trabajo». Respecto a su empleo, cuando se produjo la pandemia, Julián estaba trabajando para el Ministerio del Interior, en el cual se mantiene hasta el momento.
Por parte del Estado, Julián comenta que sí se tomaron acciones, pero el COVID-19 los tomó en pleno cambio de gestión gubernamental, teniéndose que adaptar los planes a los desafíos que planteaba la pandemia. La respuesta estatal fue para la población en general y la población con discapacidad, sin distinción, con un énfasis inicial en la cobertura alimentaria y en la educación virtual. A título personal, él no obtuvo ayuda, pero sí sabe que algunas personas la recibieron, sobre todo aquellas que viven en condición de vulnerabilidad, con asistencia en alimentación. También menciona que hubo preocupación por el tema laboral y la implementación del teletrabajo, que ya venía siendo reglamentado, pero con la pandemia apuró dicho proceso. Julián se siente limitado porque depende del apoyo de las personas y las medidas de distanciamiento no permiten solicitar ayuda a quien no sea de su círculo familiar.
Finalmente, Julián recuerda la importancia de la asistencia personal en el marco de la Convención de los Derechos de Personas con Discapacidad y el derecho a la vida independiente, que para las personas con condición como la suya significa contar con la ayuda de un tercero, de un asistente personal, lo cual no solo es necesario, sino que tiene alto costo: «[…] el llamado a los estados de que se implemente esa figura de asistencia personal. […] en temas del bolsillo, sí, ayudaría mucho; y en términos de garantía de la autonomía e independencia, por supuesto que también».